Como os comentaba en la primera parte del post, Corea del Norte supone a la vez una amenaza y un desafío para Corea del Sur. Convertidas en dos países independientes desde 1953 y rigiendo en sus relaciones políticas el Tratado de Panmunjeon (un mero tratado de armisticio), la amenaza del norte (Corea del Sur no tiene ningún interés meterse en una guerra) obliga a Corea del Sur a mantener un elevado coste militar. Así, el servicio militar dura un par de años, se efectúan con frecuencia ejercicios militares aéreos (es frecuente ver cazas y helicópteros Tomahawk sobrevolando Seúl), y a la gente no le hacen ninguna gracia las bromas que he hecho cuando he intentado mantener una conversación acerca del futuro de Corea del Norte. De hecho, desde la universidad he visto algún día saltar montones de paracaidistas a escasos kilómetros del campus.
En esta misión, sin embargo, Corea del Sur no está sola. Así, ha contado con el apoyo incondicional de EEUU, si bien la fuerte oposición popular al mantenimiento de bases militares norteamericanas en suelo coreano (he visto dos en Seúl –una junto a Itaewon (donde los relojes falsos) y otra junto al Museo Nacional de Corea) ha llevado a que EEUU haya aceptado ceder al gobierno coreano el mando de las operaciones militares en suelo coreano y a desmantelar sus bases (me parece que en un plazo de un par de años). A su vez, en la misión de controlar cada movimiento que efectúan las tropas norcoreanas, Corea del Sur cuenta con el respaldo de Japón, que también se siente amenazado –y más con su falta de fuerzas armadas- por Corea del Norte.
Ahora bien, ¿qué tiene Corea del Norte que haga temer en tal grado a sus vecinos? En primer lugar, un líder imprevisible. Probablemente la imagen que nos llega de Kim Yong Il, hijo del anterior líder, Kim Il Sung, esté un poco distorsionada al ser sólo la versión “occidental” –es decir, de la CNN- de esté señor. Más allá de si es cierta su gran afición al soju (vino coreano) y a las mujeres, lo que sí es cierto es que Kim Yong Il lidera un régimen totalitario –de hecho, una especie de monarquía autoritaria- en la que gran parte de la población carece de medios materiales suficientes para cubrir sus necesidades básicas –principalmente, en las zonas rurales- y en el que –peor todavía- existe una total falta de respeto hacia derechos y libertades básicas como la libre expresión, desplazamiento –¡tienen que pedir permisos para moverse dentro del país!-, libertad de prensa,…
En segundo lugar, un millón de soldados regulares y un amplio arsenal (según todos los indicios, con potencia nuclear). En un país en el que un año de sequía significa la existencia de hambrunas y en el que gran parte de la población subsiste gracias a las donaciones internacionales de alimentos, una tremenda parte del presupuesto es destinada a cubrir gastos militares. Pensad en el desperdicio que significa que un 5% de tu población joven se dedique tan sólo a desfilar frente a efigies y estatuas del líder y su familia.
En tercer lugar, un sistema económico al borde del colapso. Corea del Norte mantiene relaciones comerciales muy limitadas con China, Rusia y Corea del Sur (existe una zona de desarrollo económico en el sur de Corea del Norte) y su economía es básicamente agraria. Desgraciadamente, existen pocos datos acerca de la realidad económica del país (y, los que hay, son de escasa fiabilidad). Fui a una conferencia hace dos años en la que hablaban dos profesores de la Universidad de Pyongyang (capital de Corea del Norte) y, escoltados por un militar (nacido en Tarragona para más señas, el muy imbécil) norcoreano, explicaron tranquilamente la gran prosperidad del régimen poniendo como ejemplo la construcción de una granja de pollos. Otro ejemplo: hace unos años, hubo graves inundaciones en Corea del Sur. Llegaron varios sacos de –literalmente- harapos, donados por ciudadanos de Corea del Norte a sus pobres hermanos de Corea del Sur, para demostrar la generosidad del gran líder.
Como veis, los tres apartados anteriores están muy interrelacionados y no pueden entenderse de forma desagregada. Así, engaño colectivo y legitimación militar del régimen (sin la existencia de un supuesto enemigo externo, el régimen norcoreano se hundiría) se autoalimentan para crear una mayor dependencia del excéntrico líder.
Por suerte, parece que últimamente la tensión se ha relajado, en gran parte por el cambio de política exterior de EEUU. Se han retomado las conversaciones multilaterales, se han efectuado nuevos envíos de ayuda humanitaria (ha habido polémica en Corea del Sur ya que una parte de la población estima que no deberían darse más ayudas que, a la postre, van a financiar programas nucleares de misiles que apuntan a Seúl) y se está a la espera de que Corea del Norte cumpla con su compromiso de no proseguir con sus programas nucleares (será actualidad en los periódicos en un par de semanas, como mucho).
Y bueno, también os comentaba que el tener un vecino así no es sólo una amenaza, sino también un desafío. Tarde o temprano, los dos países acabarán unidos. Si será mediante guerra (en ese caso, dado el potencial de ambas partes, a su terminación quizás no quede mucho por reunificar), colapso interno del régimen (tesis sostenida por algunos asesores del ejecutivo Clinton pero que no se ha cumplido), negociación entre ambos países (y entonces, ¿qué?: ¿reunificación en bloque –como en Alemania-?; por fases, como en la UE?; ¿con dos capitales?; ¿con dos sistemas economicos?), o una transición previa al estilo chino,… eso no se sabe, pero lo que está claro es que, llegado el caso, para Corea del Sur, la absorción de 22 millones de pobres no será sencilla. Y el desafío no será sólo para los coreanos, sino para toda la comunidad internacional.
PD: Desde Barcelona organizan un par de veces al año viajes organizados a Corea del Norte. Os llevarán a Pyongyang (donde veréis enormes edificios y hoteles –deshabitados-, enormes avenidas –sin coches-,…) , v podréis disfrutar de una semana de trabajo en una granja. Todo ello, sin vuestros moviles, con control de lo que leéis y habláis con los nativos, con prohibiciones de las zonas a visitar (nuestro això no toca ahí es el pan nuestro de cada día),… Si queréis ir, allá vosotros… pero, tras tanta dedicación al blog, ¡me daría bastante pena que escogierais ir al Norte sin haber visitado el Sur!