Dudo que haya asimilado todas las emociones y experiencias que he acumulado a lo largo de estos tres meses pero si tardo en escribir cada día me dará más pereza -y no me leeréis:-p-, es una buena forma de no dormirme (a ver si venzo al jet lag de una tajada) y supongo que la cerveza que acaban de servirme ayudará a calentar mi muñeca.
En el plano profesional, vuelvo con la satisfacción de haber avanzado considerablemente con mi tesis y, quizás más importante, con las ideas claras acerca de qué me queda por hacer. He tenido tiempo para cerrar capítulos que tenía a medias o sin empezar, dispongo de los datos necesarios para continuar y he identificado el modelo que aplicaré. Sin duda, ha sido un trimestre muy productivo.
Sin abandonar la economía, pero como puente hacia las cuestiones personales, mi cartera ha sufrido las consecuencias del fuerte proteccionismo coreano (las visitas al súper no tendrán nada que ver dentro de dos años tras la firma del FTA con EEUU y el más que probable próximo acuerdo de librecambio con la UE), he visto que los farmacéuticos no visten harapos aunque haya más de una farmacia por manzana, he caminado por avenidas escoltadas por rascacielos en zonas que los no tan ancianos conocieron como barrios de chabolas y me acabo de quedar sorprendido al asomarme por la ventana y adivinar el desarrollo industrial de la costa oriental de China.
Cada día he aprendido cosas nuevas bien visitando templos, museos, monumentos,… bien leyendo, conversando o, simplemente, observando. He visitado Kyongju, Busan, tres condos, y he recorrido Seúl de arriba abajo. No han faltado sesiones de cine, comidas internacionales, conciertos o, ni siquiera, vergonzosas demostraciones de mis nulas aptitudes como cantante o jugador de béisbol. He tenido la suerte de vivir en primera persona celebraciones como el Año Nuevo Lunar, el día del árbol, los días del niño y de los padres, y los preparativos para el día del nacimiento de Buda.
No he comido perro (aunque no me hubiera importado) ni tampoco he probado las larvas (ahí sí que dije que no), he sido casi atropellado varias veces y arrollado con frecuencia por las impacientes ajumas (señoras mayores) al compás de su “pal.li pal.li” (rápido, rápido), aun me cuesta comer fideos con palillos, y echaré de menos un espacio donde poder correr a diario.
He respirado “polvo amarillo” (no, Charlie, nada que ver con lo que piensas) del Gobi; he probado casi todas las bebidas “made in Korea” distintas del agua, desde soju hasta Poccari Sweat –mejor no pensar en la traducción del nombre de esta bebida isotónica-; tiempo ha habido para clases de coreano (algo he mejorado… ¡pero me queda tanto!) y para subir más de una montaña o dos.
No he regateado sobre césped pero sí sobre asfalto, chicas –y chicos- me han llamado guapo, he hecho buenos amigos, visitado algún pub que otro y sé encontrar las mejores ofertas de la ciudad.
Dejándome mil cosas en el tintero, lo mejor de esta estancia ha sido (re)conocer a mi familia coreana y compartir con ella el tiempo –sólo tengo palabras de cariño y agradecimiento para ellos- y, por otro lado, el saberse querido a través de las constantes llamadas, emails, cartas y comentarios en el blog. Sé porqué lo habéis hecho; también sabéis porqué os he escrito este blog.
Y bueno, antes de que mi hermana me pueda acusar de ñoño; mis padres, de pesado; Chiara conteste que me quería tener controlado;-p; mi tía y mi madrina se excusen por no haber escrito más –que no ha sido pocoJ!- debido al volumen de trabajo de los funcionarios; mi padrino alegue que sólo necesitaba alguien que le arreglara el ordenador; Tinho, me deprima diciendo que lo que de veras añoraba era la cerveza; Charlie me diga que sólo escribía para ver si pescaba alguna pubilla seulita; Anónimo Juanan argumente que sus antológicos comentarios sólo responden a su aburrimiento en el patio; Ernesto afirme que escribe como respuesta a su nuevo instinto paternal (durante algunos años fui el benjamín del equipo –gracias, Wilkie, por salvarme de los chupitos extra-); Suz se aferre al argumento del Míster; Narcís, que echa de menos llamarme para autofelicitarse; Jucasel explique que lo que necesitaba eran ideas para el metro de Mallorca; Francesc y Jordi se pregunten –como yo- porqué no nos comunicamos con más frecuencia; mis amigos de licenciatura me sonrojen explicando que lo que les llevo son las bebidas alcoholicas coreanas más fuertes que he encontrado –¡era un encargo!-; Bea os sorprenda diciendo que sólo escribía para comprobar que no tendrá un mono debajo de su almohada este noche; Marielilla repita que quería algo de Kitty –todo controlado;-)-; mi familia argentina me escriba (sé que siempre estáis ahí) sin acordarse de que ya he vuelto; mi familia granaína me siga tratando a distancia tan bien como en persona; y antes de que los que no he citado se quejen por no aparecer en este post; antes de todo eso, cierro este blog con la esperanza de que leyéndolo lo hayáis pasado al menos la mitad de bien que yo escribiéndolo, que haya encendido cierta curiosidad en alguno de vosotros por conocer un poco más de Corea y, sobre todo, dándoos las gracias a todos los que habéis aportado vuestro granito (granazo) de arena para que haya sentido que nunca me he ido de casa.